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A LA MEMORIA SOBRE MISIONES El aislamiento en que viv?an los padres de la Compa??a de Jes?s en sus misiones del Paraguay, cuyo acceso imped?an a los mismos espa?oles, ha hecho ignorar hasta ahora el plan de esta singular rep?blica, y los arbitrios de que se val?an para gobernarla. Las relaciones que se publicaron para justificar su supresi?n no merecen cr?dito, por el esp?ritu que presidi? a su redacci?n y el objeto que se propusieron los que las divulgaban. Ninguno de los miembros de aquella orden famosa se empe?? en rebatir estas calumnias; sea que los desalentase la desgracia, sea por la necesidad que sienten los que sufren males inmerecidos de buscar alg?n alivio en objetos nuevos y fant?sticos. Sin desamparar el estudio, y conservando todos los h?bitos de una vida laboriosa y arreglada, los Jesuitas perdieron de vista sus ne?fitos, y tomaron parte en los trabajos cient?ficos y literarios que ilustraron los ?ltimos a?os de la pasada centuria. En Roma, en Bolo?a, en Venecia, se hicieron admirar en las academias los que hab?an sido declarados enemigos de la sociedad y del trono. Estos m?ritos no bastaron a restablecer su cr?dito, ni a librarlos del anatema de sus perseguidores. Los hombres m?s imparciales hac?an justicia a los individuos, sin aprobar el esp?ritu de su instituto, sobre todo en lo concerniente a su modo de administrar las misiones del Paraguay. Lo que m?s contribuy? a acreditar estas calumnias fue la publicaci?n de una obra, titulada Reino Jesu?tico del Paraguay
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, que el padre Bernardo Ib??ez escribi? bajo el influjo de sentimientos rencorosos, despu?s de haber sido expulsado de las Misiones por sus intrigas con el Marqu?s de Valdelirios en tiempo de la guerra guaran?tica. Este impostor lleg? a Madrid cuando se meditaba la destrucci?n de su orden, y se colig? con sus enemigos, denigrando a sus propios hermanos. Le sali? al encuentro el padre Muriel en su ap?ndice a la traducci?n latina de la obra del padre Charlevoix; pero el idioma en que redact? sus notas, y el poco inter?s que inspiraba entonces esta apolog?a, la dejaron ignorada en el p?blico, para quien el silencio suele ser prueba de culpabilidad en los acusados. Con estas prevenciones, que eran generales en Europa, lleg? a Buenos Aires don F?lix de Azara, uno de los comisarios espa?oles para la ?ltima demarcaci?n de l?mites. Empe?ado en recoger materiales para la publicaci?n de su obra sobre la historia pol?tica y natural de estas provincias, solicit? del administrador de uno de los departamentos de Misiones, que hab?a examinado con m?s esmero el car?cter de los indios y el de sus instituciones, un informe detallado de su origen y progresos, indicando los arbitrios que, a su juicio, pod?an emplearse para sacarlos de su abatimiento画面が切り替わりますので、しばらくお待ち下さい。※ご購入は、楽天kobo商品ページからお願いします。
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