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En los primeros a?os del siglo en que nos hallamos, el vulgo no conoc?a en el Norte m?s h?roe que Carlos XII. Su valor personal, m?s propio de un soldado que de un rey, y el esplendor de sus victorias -e incluso de sus derrotas- impresionaban a todos, cuyos ojos se fijan con facilidad en estos grandes acontecimientos, y no ven las labores largas y ?tiles. Los extranjeros dudaban entonces incluso de que las empresas del zar Pedro el Grande pudieran sostenerse; han subsistido y se han perfeccionado, especialmente bajo la emperatriz Isabel, su hija.画面が切り替わりますので、しばらくお待ち下さい。
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