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La obra habla de la eternidad gloriosa del ser humano despu?s de su muerte f?sica, por tanto de la transformaci?n en espiritual de su persona seg?n el pensamiento cristiano de los siglos I y II, antes de la platonizaci?n del cristianismo y la consiguiente idea atroz del infierno al estilo de Dante, vivido eternamente. Todo lo escrito en el ensayo es conforme con los vers?culos neotestamentarios y los textos de escritores eclesi?sticos antiguos. Extracto del inicio: En su ≪Diccionario filos?fico≫, Voltaire se burla de la idea de la resurrecci?n del cuerpo humano, concepto que para los cristianos es una verdad revelada. El escritor y fil?sofo tienen en cuenta que hombres y animales pueden en realidad nutrirse de la sustancia de sus predecesores, porque el cuerpo de un ser humano enterrado en la tierra y putrefacto o las cenizas del cad?ver incinerado echadas sobre ella se transforman en trigo u otro vegetal que comen otros hombres. (…) Creyendo haber destruido la idea fariseo-cristiana de la resurrecci?n de los seres humanos, observa: cuando haya que resucitar, ?c?mo ser? posible que alguien tenga el cuerpo que le pertenec?a sin perder al menos alguna parte? (…) En realidad, (…)
quien
conozca el Nuevo Testamento y, dentro de ?l, las ep?stolas de San Pablo, con la expresi?n resurrecci?n del cuerpo no quiere referirse a una segunda vivificaci?n de nuestras mol?culas. De hecho, en la Primera Ep?stola a los Corintios, Pablo dice que, a imitaci?n de Jes?s resucitado, nuestro cuerpo resurgir? de otra manera: en forma gloriosa espiritual. M?s en concreto, el ap?stol de los gentiles escribe que, en nuestro cuerpo mortal animal, adem?s de ps?quico, por estar dotado de yo-raz?n, se transformar? en un cuerpo glorioso y pneum?tico eterno. Extracto de la conclusi?n: En relaci?n con la vida eterna seg?n la idea cristiana del siglo I y buena parte del II, es decir, para el cristianismo de la ?poca apost?lica y de los seis-siete decenios posteriores (la ?poca de los padres apost?licos y los primeros apologistas) (…) podemos decir en s?ntesis que, a la muerte de un ser humano justo, es decir, o santo, o con pecados veniales, su cuerpo con su yo, o sea, la persona entera, sin soluci?n de continuidad resucita en el Esp?ritu divino transformada en persona gloriosa espiritual: el palabras sencillas, se trata del Para?so. Sin embargo, en el caso de pecados venales deber? pasar antes, mientras est? todav?a encerrada en el tiempo (seg?n el Concilio de Trento, que habla de penas temporales y no las sit?a expresamente tras la muerte), a trav?s de un instante de purgatorio (ps?quico), momento que podr? ser dilatado por Dios en la mente del moribundo lo que necesite para darle, precisamente, tiempo para arrepentirse perfectamente durante del paso del aqu? al m?s all?: el purgatorio no puede estar en el Trascendente, donde no se est? sujeto al devenir, sino que se vive en el ser eterno sin principio ni fin. En lo que se refiere por el contrario al pecador (que en vida a odiado a Dios y al pr?jimo, sin arrepentirse) impenitente hasta el ?ltimo instante de su vida, es decir, la persona que ha elegido conscientemente la condenaci?n, no resucita ni resucitar? nunca: es el llamado infierno. La condenaci?n es por tanto el desaparici?n de la existencia propia, es el convertirse en nada y el volver a la nada para siempre, en vez de transformarse en persona espiritual y vivir eternamente en Dios como sucede, por el contrario, con los santos, es decir, para los que sobre esta tierra han amado al pr?jimo y, si han sido creyentes, han amado a Dios (los no creyentes, aunque de buena fe, no tienen, por el hecho de ser ateos, obst?culos para la Salvaci?n, seg?n los dictados del Concilio Vaticano II). El ensayo, todav?a in?dito, ha recibido la Menci?n honor?fica del Jurado del Premio de Artes Literarias Ciudad de Tur?n 2014. PUBLISHER: TEKTIME画面が切り替わりますので、しばらくお待ち下さい。※ご購入は、楽天kobo商品ページからお願いします。
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