El asunto en el Semiramis Hotel

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El asunto en el Semiramis Hotel

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135 円 (税抜き)

El Sr. Ricardo, cuando las emociones de la Villa Rose terminaron, regres? a Grosvenor Square y reanud? la vida ocupada e innecesaria de un aficionado. Pero los estudios hab?an perdido su sabor, los artistas su atractivo, e incluso la ?pera rusa parec?a un poco chata. La vida fue completamente una decepci?n; El destino, como una actriz en un restaurante, hab?a tomado el mortero de madera en la mano y hab?a quitado todo el brillo del champ?n; El se?or Ricardo languideci? hasta una ma?ana inolvidable. Estaba sentado desconsolado en su mesa de desayuno cuando la puerta se abri? de golpe y un hombre corpulento y cuadrado, con la cara azul y afeitada de un comediante franc?s, se arroj? a la habitaci?n. Ricardo salt? hacia el reci?n llegado con un grito de alegr?a. "?Mi querido Hanaud!" Agarr? a su visitante por el brazo, sinti?ndolo para asegurarse de que aqu?, en carne y hueso, estaba el hombre que le hab?a presentado las sensaciones m?s agudas de su vida. Se volvi? hacia su mayordomo, que todav?a estaba balbuceando las exposiciones en la puerta ante la irrupci?n ir?nica del detective franc?s. "Otro lugar, Burton, a la vez", grit?, y tan pronto como ?l y Hanaud estuvieron solos: "?Qu? buen viento te lleva a Londres?" "Negocios, amigo m?o. La desaparici?n de lingotes en alg?n lugar de la l?nea entre Par?s y Londres. Pero est? terminado. S?, me tomo unas vacaciones". De repente, una luz brill? en los ojos del se?or Ricardo, y ahora no menos se apag? de repente. Hanaud no prest? atenci?n a la decepci?n de su amigo. Se abalanz? sobre un trozo de plata que adornaba el mantel y lo llev? a la ventana. "Todo est? como debe ser, mi amigo", exclam?, con una sonrisa. "Grosvenor Square, elTimes abre en la columna de dinero y una antig?edad falsa sobre la mesa. Por eso he so?ado contigo. Todo el Sr. Ricardo est? en esa frase". Ricardo se rio nerviosamente. El recuerdo lo hizo desconfiar de los sarcasmos de Hanaud. Era t?mido incluso para protestar por la autenticidad de su plata. Pero, de hecho, no ten?a tiempo. Porque la puerta se abri? de nuevo y una vez m?s apareci? el mayordomo. En esta ocasi?n, sin embargo, estaba solo. "Al se?or Calladine le gustar?a hablar con usted, se?or", dijo. "?Calladine!" grit? Ricardo con extrema sorpresa. "Eso es lo m?s extraordinario". Mir? el reloj sobre su repisa de la chimenea. Eran apenas las ocho y media. "?A esta hora tambi?n?"画面が切り替わりますので、しばらくお待ち下さい。
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