El misterio de los creadores de sombras

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El misterio de los creadores de sombras

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484 円 (税抜き)

El libro que est?s a punto de comprar ha tardado veinticinco a?os en completarse. La historia transcurre en los a?os ochenta porque el escritor comenz? a escribirla en los ochenta, cuando a?n era un ni?o. Si, como a ?l, te entusiasmaron Los Goonies, no deber?as perderte esta novela. Sinopsis: Un grupo de amigos empieza a darse cuenta de que a su alrededor est?n pasando cosas extra?as. Los animales parecen vigilar sus movimientos, hay terremotos cuyo epicentro es su instituto y reciben una carta del t?o de uno de ellos, un espele?logo que al parecer puede prever el futuro y que les pide que emprendan una arriesgada misi?n de rescate. Por si fuera poco hay un asesino en serie pululando por el condado y pronto empezar?n a sospechar que algo a?n m?s terrible e inimaginable acecha en las sombras… El arranque de la novela: En un universo infinito, cualquier cosa que se pueda imaginar puede existir en algu?n lugar. DEAN KOONTZ SINCRONI?A DEL ASOMBRO LA APUESTA I Aquella man?ana de 1985, en la tristemente famosa localidad de Bruceville, ambos despertadores sonaron simulta?neamente. Habi?a comenzado la carrera. Alice salto? de la cama. Con una velocidad que no la caracterizaba en absoluto busco? sus pantalones y la camisa, a la vez que se deshaci?a del pijama. Los pantalones habi?an desaparecido. ?Do?nde diablos estaban? Estaba segura de haberlos dejado junto a la cama, sobre la silla, para no tener que buscarlos cuando empezara la carrera. Se aparto? el pelo de los ojos. A veces detestaba ese incordio de melena rubia. Bufo? enfadada, pensando seriamente en la posibilidad de raparse la cabeza al cero. Kiwi, su gato, la miraba con aire de culpabilidad desde la puerta. ー?Me has escondido tu? los pantalones? ?Contesta! ーRon?eu. Se asomo? al pasillo mientras el gato sali?a disparado. Alli? estaban. ー?Te voy a arrancar los bigotes uno a uno! ?Me oyes? Ken sabi?a que teni?a algo importante que hacer. Echo? un vistazo a lo que estaba son?ando y no vio nada interesante. Paro? el pip-pip-pip de su despertador y entonces lo recordo?. Echo? una ojeada a la mesita. El aparatejo quita-suen?os-provoca-ataques-cardiacos le informo? visualmente de que llevaba todo un minuto de retraso. Se puso la camisa, los pantalones, el reloj, las za... las za... Las zapatillas no estaban en su sitio. Y eso que lo habi?a dejado todo preparado la noche anterior para no perder la apuesta. Se rasco? la cabeza, pensativo. Advirtio? el poco pelo que le habi?a quedado tras el corte de su madre la tarde anterior. Le gustaba esa sensacio?n de extran?eza que produci?a cualquier cambio al principio. Habi?a lei?do en alguna parte que un ganador es alguien capaz de sentirse co?modo en situaciones nuevas y desde entonces abrazaba todos los cambios con entusiasmo. Resoplo? enfadado, las zapatillas no apareci?an. Por un momento se imagino? a Gandalf escondie?ndolas bajo alguna cama. Pero aquel perrillo saltari?n de pelo gris estaba en el cielo de los canes desde haci?a una semana. Habi?a cambios de los que no se podi?a alegrar uno. Finalmente las encontro? bajo un monto?n de ropa sucia y se las puso mientras se preguntaba co?mo habri?an ido a parar alli?. Aunque lo ma?s seguro es que la precaria montan?a de ropa se cayera encima de ellas mientras dormi?a. Alice se estaba lavando la cara con agua fri?a. Penso? que e?l ya estari?a desayunando. Se desenredo? la mata de pelo de un rubio casi albino y salio? a escape hacia la cocina. De camino, Kiwi se le enredo? en los pies y estuvieron a punto de matarse los dos. Examino? su relojillo de mun?eca. No andaba mal de tiempo, siempre que e?l no hubiera hecho trampas, aunque estaba convencida de que no las hari?a. Ken salio? de su cuarto tropezando con un monto?n de trastos y estuvo a punto de dejar su silueta incrustada en una pared. Intento? acceder al ban?o. Ocupado. Bajo? las escaleras para ir al de la planta baja. En ese momento su padre sali?a del de arriba. ー?Ken, ?tienes que hacer siempre tanto ruido?! ーTropece?. Lo siento. ーSi limpiaras tu cuarto, pongamos, una vez al an?o, no te pasari?a eso. El ban?o de abajo estaba vaci?o. Se lavo? la cara, las manos, se arreglo? la camisa y fue directo a la cocina. No andaba mal de tiempo y dudaba de que ella se hubiera saltado las normas. Incluso era posible que le llevara ventaja. Alice era tan despistada... Lo olvidaba todo, perdi?a las llaves continuamente, jama?s haci?a los deberes. Teni?a memoria de pez. Alice atraveso? el umbral de la puerta y se topo? con su ti?a Wanda. ーBuenos di?as ーle planto? un beso en cada mejilla. ー?Que? tal has dormido? ーBien, bien. ?Que? desayunamos? ーLo que quieras. ー?Que?? ?No has preparado nada? Pero si te dije... ーAy, es verdad... Tu apuesta. Bueno, un segundo. Te hago unos huevos fritos en un plis-plas. No tardo. Alice se sento? a la mesa de la cocina algo molesta y enchufo? una pequen?a radio que llevaba alli? encima media vida y aguantaba con las mismas pilas desde la edad de piedra. Busco? una emisora local y trato? de pillarla bien. Estaban hablando de los u?ltimos movimientos si?smicos, para variar. En un par de minutos se canso? y la apago?. Poco despue?s Wanda le plantaba delante dos huevos fritos entomatados, el paquete de pan de molde y un zumo de naranja recie?n exprimido, segu?n poni?a en el tetrabrik. Alice dio buena cuenta de ello en unos segundos mientras su ti?a la miraba con una mezcla de admiracio?n y estupor. Ken abrazo? a su madre por sorpresa y ella estuvo a punto de echarse el aceite hirviendo por encima. ー?Cuidado, cebollo! ーPerdo?n. ー?Que? te ha dado esta man?ana? ーNada. ?Que? haces? ?Huevos fritos? ー?No lo ves? ー?Cua?nto les falta? ーPoco. ?Les echo tomate? ーNo, cojo la mahonesa. ーHay ajonesa, si quieres. Ken estaba examinando la nevera. ー?Do?nde? ーEn la despensa, creo. La compro? tu padre ayer. No creo que me lo imaginara. Ken se sento? a la mesa y encendio? una pequen?a tele en blanco y negro del an?o de la pera. Estaban hablando del criminal de la carretera, para variar. ーApaga eso ーsu madre le puso delante un par de huevos fritos, dos rebanadas de pan y un vaso de leche recie?n orden?ada, segu?n rezaba el tetrapack. ーNo la apagues ーdijo su padre, entrando en la cocina. ーApa?gala, Ken. No son noticias para ver desayunando ーdijo su madre, en tono tajante. Una locutora muy repeinada deci?a algo sobre un tipo que asesinaba de forma horrible y muy irreversible a sus vi?ctimas. ーNo la apagues. Cuanto ma?s sepamos de ese loco, mejor podremos defendernos de e?l ーdijo su padre. ーApaga la tele, Ken. No pienso repetirlo. ーNo la apagues, Ken. Que lo haga ella. ーRichard... ーNellie... La locutora pareci?a cansada de la discusio?n y Ken se acabo? el desayuno y se escabullo? de la cocina sin llamar la atencio?n. En alguna parte de la casa Patty estaba berreando. Ken subio? a su cuarto en busca de la cartera. Alice revolvi?a entre sus libros. ーTi?a Wanda, ?me has tocado la cartera? ー?Con que? propo?sito iba a perpetrar yo semejante ultraje? ーMe falta un libro. ーEl de sociales. Esta? en salo?n, en el revistero. Lo cogi? para ver que? os ensen?an ahora en la escuela. ーTe aburres mucho, ?verdad? ーEn absoluto. ーDeberi?as quedar con ma?s hombres. ー?Siete en el u?ltimo mes te parecen pocos? ーMmmm, no. Esta? bien. Libro recuperado, me voy, ti?a. ーChao. ーChao. ーDivie?rtete por mi?. ーLo hare?. ーMama?, ?has visto mi bloc de pla?stica? ーRichard, apaga esa televisio?n ahora mismo. ーNo pienso hacerlo. ーMira que te la desenchufo de la pared. ーNo te atrevera?s. ーDa igual, ya lo busco yo.画面が切り替わりますので、しばらくお待ち下さい。
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