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Esta novela versa sobre las distintas estrategias que desarrolla una ciudad para influir sobre sus habitantes y as? encontrarse a s? misma, ejercicio que obligatoriamente pasa por instilarse en intimidades ajenas hasta volver indiscernibles la ciudad objetiva y la ?ntima, empe??ndose en barajar sus calles, plazas y edificios con las ideas y v?sceras de quienes las habitan. El subt?tulo hace referencia a la extensi?n espiritual de una ciudad mediterr?nea que no se nombra, no porque sea un territorio abstracto o una ciudad costera gen?rica que podr?a ser cualquiera, al contrario, su ubicaci?n es precisa y su singular realidad, incontestable, sino porque el nombre que tiene no le sirve y el que se ajusta a su naturaleza todav?a lo desconoce. Esa ciudad descubre otra, con una historia y un presente que le son extra?os, y esa extra?eza la est? desvirtuando dolorosamente. Un nombre que la identifique es lo que persigue, pues su din?mica naturaleza ha dejado obsoleto el ?ltimo y m?s longevo. El nuevo se lo revelar? aquello que la conforma y vivifica, que no son sus elementos arquitect?nicos, ni su geograf?a, ni su historia, ni su clima, ni su bonanza econ?mica, sino sus habitantes, con uno destacado del resto, Bruno. Compuesta por fragmentos a modo de calles y callejuelas, paseos y avenidas, importa poco c?mo se recorra esta novela, si gui?ndose por el ?ndice o al azar, pues, como quer?a Walter Benjamin, lo importante al pasear por una ciudad no es saber orientarse, sino aprender a perderse como quien se pierde en un bosque. Estos fragmentos funcionan a modo de aquel pasatiempo infantil en el que uniendo una serie de puntos, a primera vista ca?ticos, se forma una imagen reconocible, en este caso, el rostro de una ciudad tan radicalmente ?ntima como obligadamente compartida, tan acogedora como cruel, tan propia como extra?a, tan on?rica como real. Lo que da unidad a la novela no son sus personajes, sino c?mo se relacionan con su ciudad, una ciudad que est? obligada a madurar a trav?s de unos habitantes que no siempre colaboran ni est?n a la altura de sus ambiciones, por lo que debe vencer sus apocamientos, cobard?as e incurias, recurriendo a enrevesados ardides, entre los que destaca un maquiav?lico puente basculante que est? inspirado en la serigraf?a de 1987, A single prop bridge, del arquitecto ut?pico ruso Ivan Shalmin. El puente, como ineficaz medida de seguridad, lo armar? lejos en otra ciudad hermana, y solo habr? una estrategia v?lida para cruzarlo: hacerlo en n?meros pares y sincronizadamente por extremos opuestos; de lo contrario, es el abismo lo que nos espera. Ese ser? el peligroso reto al que se enfrente la ciudad, el aut?ntico protagonista de la novela.画面が切り替わりますので、しばらくお待ち下さい。
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